[POR ANA CHIODO]
Tal como referimos en la nota sobre «Lentes multifocales y la anatomía del ojo humano», la solución para présbitas es restituir a cada usuario, con unas solas gafas, las condiciones visuales que poseía antes de la presbicia, es decir la posibilidad de estar corregido para todas las distancias a través de lentes multifocales.
¿Por qué?
Las lentes progresivas se caracterizan por tener tres zonas ópticamente útiles:
- Una zona destinada a la visión lejana, situada en la parte superior de la lente, la cual su potencia corresponde a la prescripción del paciente.
- Otra zona destinada a la visión cercana localizada en la parte inferior de la lente. Su potencia se corresponde a la potencia necesaria para contrarrestar el efecto de la presbicia.
- Comunicando ambas zonas se encuentra el corredor o pasillo progresivo (corredor de visión intemedia), en el que la potencia varía de forma continuada enlazando las potencias de ambas zonas.
En las zonas laterales, es inevitable que no se produzcan aberraciones (zonas marginales). Sin embargo, en las lentes de última generación, las distorsiones se reducen a su mínima expresión, más si nos abocamos a las lentes de gama personalizada.
¿Cómo se traduce en palabras estas zonas marginales? Las distorsiones provocan una visión borrosa cuando dirigimos la mirada hacia los laterales de la lente, más precisamente, en los laterales de la parte inferior de la misma.
Consejos generales para una adaptación rápida
Al estrenar progresivos, se recomienda hacer movimientos suaves con la cabeza y dirigir la mirada hacia los objetos con ayuda de la nariz, es decir, de forma directa hacia el objeto en cuestión. Los inconvenientes con la visión periférica no suelen ser importantes y desaparecen al cabo de diez días. El tiempo de adaptación suele ser algo mayor si el usuario además tiene algo de miopía o hipermetropía. Pero esto no impide que termine acomodándose perfectamente a sus nuevas lentes multifocales.
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